Anna - Capítulo 03

miércoles, 6 de octubre de 2010

—¡¿Quéeee?! ¿Alexander Constanzo? ¿Alex Constanzo? —Teresa se puso a gritar y a saltar como una desbocada, iba de aquí para allá.
Las dos amigas se miraron sin entender lo que ocurría.
—Tere, ¿qué pasa con él? Cuéntanos… —dijo Serena.
Anna no estaba tan tranquila, así que prácticamente le gritó:
—¡Mierda, quédate quieta y dinos que ocurre!
—Boca sucia… —replicó Tere y les aclaró en pocas palabras: —¡Alex Constanzo es el mayor calavera de toda la ciudad! Niñas, estoy segura que él no tiene la más mínima intención de casarse, porque le huye al matrimonio como una peste.
—No puede ser…
—¿Estás segura?
Dijeron ambas amigas al mismo tiempo.
—Yo vivo aquí, chicas… asisto a todas las fiestas habidas y por haber, sé quien es Alex Constanzo, lo conozco personalmente, aunque pocas veces coincidimos porque él es más asiduo a "otro tipo de fiestas", si entienden lo que quiero decir.
—¿Qué otro tipo de fiestas? —preguntó Serena ingenuamente.
—Ay, cállate Sere… —replicó Anna.
Serena hizo un puchero con la boca. A veces se sentía extrañamente tonta con sus dos amigas, aunque estaba segura que Anna tampoco sabía exactamente a qué se refería, pero no quería pasar por ingenua. Más bien, las dos eran ingenuas, solo que Anna lo disimulaba.
—Bueno, Tere, estoy segura que el «bastardo desgraciado» no le preocupa tanto la idea de casarse, sino que más bien quiere hacerse con mi herencia y el control total de la empresa, que ahora la mitad es mía —replicó Anna malhumorada. —Quizá planea enviarme al campo para que él pueda seguir con sus "otro tipo de fiestas", como tú dices… ejem, por cierto… ¿A qué te refieres con eso? —preguntó, mirando de soslayo a Serena.
—¡Lo sabía! Sabía que eras tan ignorante como yo —rió Serena.
Anna le lanzó una mirada asesina.
—Eso no importa, chicas… luego les explico. Hay algo más importante aún, amigas.
Ambas preguntaron:
—¿Qué?
—¿Qué cosa?
Teresa puso los brazos en jarra y se paró frente a ellas, y mirándolas fijamente con cara de pícara les dijo:
—El «bastardo desgraciado» de Alex Constanzo…  —Tere suspiró —¡es el tipo más seductor, varonil y buen mozo de todo el país! Dios Santo, Anna… la mitad de la población femenina estaría alucinando con este compromiso.
—Pues yo estoy en la otra mitad que no alucina, querida, te lo aseguro… —dijo Anna muy molesta.
—La otra mitad solo está compuesta de viejas que podrían ser su madre, y te aseguro que muchas de ellas también quisieran tener a Alex Constanzo en su cama. —replicó.
—Uhhh… —dijo Serena ruborizándose, —a veces ustedes dos pueden ser extremadamente directas.
—¡Aggg! —Rugió Anna, haciendo como que iba a vomitar.
Teresa, que a pesar de ser unos meses menor que Anna y casi dos años menor que Serena, rió de las expresiones de sus dos amigas. No era que ella tuviera gran experiencia en asuntos de esa índole, ya que no había pasado más allá de unos cuantos besos castos con su prometido y algunos no tan castos con otros miembros del sexo masculino de la sociedad. Quizá hasta alguno le haya toqueteado más de la cuenta.
Pero había leído revistas picantes que sus amigas le prestaban y había escuchado conversaciones de mujeres casadas, algunas quejándose del mal desempeño de sus maridos y otras alabándoles con detalles muy gráficos.
—Bueno, amiga… ¿Qué piensas hacer? —le preguntó Teresa.
—Hablar con él, decirle lo que pienso del plan que tramaron entre ellos. Ya me escuchará… —dijo levantando la barbilla, sonaba mucho más segura de lo que realmente se sentía. —el abogado quedó en concertarme una cita, espero que sea pronto. ¿Pueden creer que ni siquiera sé donde quedan las oficinas de papá? Soy un desastre, ahora me arrepiento de no haberme interesado más en sus negocios mientras vivía.
—Tarde para arrepentirte, Anna… —dijo Serena tomando la mano de su amiga, —creo que de ahora en más debes mirar para adelante, y pensar en cómo solucionar todo esto, y no preocuparte por como debiste haber actuado.
—Para ser tan ingenua, a veces dices cosas inteligentes, —resopló Teresa con una sonrisa pícara, bromeando.
—¡Hey! Que sea ingenua no significa que sea tonta, Tere… —replicó Serena, siguiéndole el juego a su amiga.
—En realidad creo que eres la más inteligente de todas, —dijo Serena, recordando el modo en el que su amiga siempre actuaba. —¿Recuerdas cuando estábamos las tres en el baile de los Martínez Schmeda…?
Y empezaron a recordar anécdotas que habían vivido en un pasado reciente, cuando ninguna de las tres tenía más responsabilidades que vestirse deslumbrantes, coquetear y pasarla bien.
El cambio de tema las llevó a pasar de un estado de ánimo depresivo que reinaba hasta ese momento a uno más alegre, enseguida empezaron las bromas, a tomarse el pelo y a reír. Pero en el fondo Anna seguía preocupada, no podía concentrarse del todo en la conversación, y sus amigas se dieron cuenta, pero lo disimularon para evitar que vuelva a sentirse mal.
Anna invitó a Teresa a cenar y el ambiente medio taciturno continuó durante la cena, a pesar de todo la pasaron bien. Anna fue relajándose y llegó a disfrutar de la compañía de sus dos amigas tan queridas.



Una vez que Teresa se marchó —bastante tarde, por cierto, —fueron todas a acostarse. Anna no podía dormir, su mente vagaba sin rumbo, recordaba el pasado, pensaba en el presente y se imaginaba el futuro.
Cuando no podía dormir solía inventar historias en su cabeza, eso la relajaba. Normalmente eran historias bonitas, tipo cuentos de hadas en las que ella era la protagonista, con finales siempre felices, así dormía relajada y con una sonrisa en los labios.
Esa noche hacía calor, miró hacia la ventana y vio una perfecta luna llena, tan romántica que le hizo recordar unos preciosos ojos azules entornados que la miraban con lujuria, rememoró al hombre de la mañana, apoyado en el árbol de la plaza. Entonces se imaginó lo que pudo haber pasado si mamá Chela no hacía su aparición tan inoportuna, luego su mente vagó hacia otros rumbos y la llevó a imaginarse que el desconocido de pelo largo ya no era un desconocido, estaba en la cama con ella.
Con la excusa del calor, se desabotonó los botones de su camisón y fantaseó con las manos, pensando que el hombre misterioso era el que le desabotonaba, le bajaba uno de los breteles y le mordisqueaba el cuello mientras metía lentamente las manos en su escote y acariciaba sus senos, pellizcaba sus pezones, bajaba su boca lentamente y se apoderaba de uno de ellos con los labios, besándolo, lamiéndolo, rindiéndole culto.
Estaba sudorosa, acalorada, abrió totalmente el frente de su camisón y se abrazó a la almohada, como si ésta fuera el misterioso de ojos azules, que la abrazaba también desnudo, fantaseaba con las sensaciones que le producirían sentir el contacto de la piel contra la piel, sin nada que se interponga.
Subió el bajo de su camisón hasta la cintura y se acarició las piernas, subiendo hasta la cadera, la cintura, el estómago plano, fantaseando que eran las manos y bocas del desconocido las que hacían ese recorrido.
Cuando sus manos estaban a punto de llegar a su entrepierna, paró repentinamente y se aferró más a la almohada, como si el imaginario hombre pudiera darle la seguridad que necesitaba.
Se lo imaginó diciéndole:
«Todo va a estar bien, te lo prometo, yo cuidaré de ti. Nada malo te pasará mientras yo esté a tu lado… eres mi reina, mi sol, mi vida…»
Y con esos dulces pensamientos fue quedándose de a poco dormida, con una sonrisa en los labios, como normalmente lo hacía cuando fantaseaba antes de dormir, con una pequeña diferencia: esta vez sus pensamientos no fueron tan inocentes como normalmente lo eran… y eso la sorprendió.
«Quizás ya no sea una niña tonta después de todo… quizás esté madurando… quizás…» —y se durmió bastante entrada la noche.

Continuará...

0 comentarios:

Publicar un comentario

CLTTR

Soy miembro del Club de Lectura "Todo tiene Romance"... Únete y lee libros gratuitos!

Entradas populares

IBSN

IBSN
Blog Registrado
Grace Lloper®. Con la tecnología de Blogger.