Envidia - Capítulo 08

miércoles, 24 de agosto de 2011

Al día siguiente, Amanda bajó a desayunar vestida informalmente, unas calzas, una remera amplia y larga, zapatillas de deporte con medias cortas, su pelo trenzado y sin maquillaje, como siempre. Todavía no estaban Benjamín ni Evelyn.
El desayuno era continental, así que se surtió de frutas, café, tostadas, mantequilla y se sentó en una mesa apartada, con vista a las canchas de tenis.
—Buen día, Mandy —dijo Chris en su oído y le dio un beso en la mejilla.
—Buen día, Chris —contestó cohibida por la muestra de cariño—. Hace un día estupendo, ¿no crees?
—Sí, hermoso. —Se sentó frente a ella—. Estaba pensando que hasta que esos dos se levanten de la juerga de anoche, podríamos jugar un poco de tenis, ¿qué dices?
—¿Eres muy bueno en el tenis?
—Me defiendo… ¿tú?
—Si me comparas con Martina Navratilova , una principiante.
Ambos rieron, y una vez que terminaron de desayunar, fueron hacia las canchas de tenis.
La realidad resultó que él era un experto jugador, y ella un verdadero desastre, por lo tanto, en vez de jugar, más bien fue una clase de tenis contra el paredón.
Le enseñó cómo tomar correctamente la raqueta, cuándo moverse, cuándo mantenerse al fondo o acercarse a la red. Cuando le estaba enseñando cómo realizar un buen saque, se puso detrás de ella y la tomó de la cintura, para indicarle la posición correcta.
Ella se inclinó ligeramente como él le indicó, y sus nalgas rozaron su entrepierna, estremeciéndolo. Él se fijó en la estrecha cintura que tenía agarrada y sus hermosas posaderas que tensaron la remera larga. ¿Por qué las ocultaba? Se veían maravillosas, y eran deliciosas y firmes al tacto.
A partir de ese momento, empezó a fijarse en otras partes de su cuerpo.
La miraba cuando intentaba hacer el saque, al levantar sus brazos, la remera tensada dejaba traslucir un par de redondos y bien formados senos… y ¡que tamaño! 
Su curiosidad fue en aumento.
La regordeta Mandy no era en absoluto la misma. El cuerpo de la nueva Amanda se había formado muy bien y había bajado de peso, aunque conservando todas sus curvas en su lugar, exactamente como a él le gustaba. No entendía el motivo por el que ocultaba ese cuerpo bien formado. Tenía que lograr ver más de ella.
¡La piscina! A menos que intentara llevársela a la cama, no había otra forma. La invitaría a tomar sol a la tarde.
—¡Chris! Te estoy hablando… ¿en qué planeta estás? —preguntó Amanda, frunciendo el ceño.
—Eh… lo siento, estaba pensando en otra cosa. A ver, prueba de nuevo el saque, estás a punto de lograrlo.
Ella siguió sus indicaciones al pie de la letra, mientras él miraba embobado los contornos de su cuerpo.
¡Y lo hizo!
—¡Maravilloso, Mandy! Buen saque.
Estaba tan contenta por haberlo logrado, que saltó y giró sobre sí misma, alardeando de su logro. Él se acercó y ella lo abrazó, feliz.
Y él volvió a sentir su perfume, su miembro se tensó ligeramente.
Pero fueron interrumpidos por una escultural Evelyn, que llegó a la cancha contorneando sugestivamente sus caderas, ataviada en una micro-mini blanca de tenis y una remera ajustada a todas sus suaves curvas.
Se notaba que no le hizo absolutamente gracia encontrarlos abrazados. Su hermoso rostro, a pesar de querer disimularlo, estaba tenso.
—Buen día… ¿qué están festejando?
—Amanda acaba de aprender como lanzar un buen saque —explicó Christian, sin soltarla, manteniendo uno de sus brazos sobre el hombro de ella. Amanda aprovechó y dejó apoyada la mano en la cintura de él, afirmando:
—Tengo un profesor maravilloso, —y lo miró a la cara, sonriendo.
Él también la miró y le devolvió la sonrisa.
—Ben está viniendo para acá ¿jugamos un partido? —preguntó Evelyn, ansiosa de demostrar lo buen jugadora que era.
—Creo que mejor recorremos el complejo, —dijo Benjamín acercándose—. Buen día a todos. Es una preciosa mañana, aprovechemos. Ya podremos jugar más tarde ¿no?
Todos estuvieron de acuerdo, y se montaron en dos carritos de golf para recorrer el lugar. Evelyn, por supuesto, se las ingenió para montar en el carro con Christian.
Amanda estaba fascinada con todo lo que veía. Sería muy fácil promocionar el complejo CA. Era perfecto en todos los sentidos, funcional y bien organizado. Las ideas bullían en su cabeza, había llevado la cámara digital y su libreta de anotaciones, y no paraba de sacar fotos y escribir a medida que recorrían las instalaciones.
Habían llegado a las piscinas de fuentes termales, y el lugar era mágico. Techaron las fuentes, canalizándolas hacia piscinas azulejadas con potentes jacuzzis, conservando parte de las rocas naturales, creando una combinación perfecta entre naturaleza y tecnología. Una vez que Christian les explicó el funcionamiento, se apartó del resto para disfrutarlo en soledad.
—¿Qué es lo que escribes tan concentrada, Mandy? —preguntó Christian en su oído, espiando pícaramente desde su hombro, para ver si podía leer algo.
Ella giró la cabeza, desconcentrándose y se encontró con la boca de Christian a escasos centímetros de la suya. Ninguno de los dos se movió por varios segundos, hasta que ella reculó y contestó:
—Eh… m-me gusta tomar notas de los sentimientos que generan en mí el producto que debo promocionar. Suelo encontrar en estas notas fuentes de inspiración para crear los comerciales, animaciones, logos o fotografías.
—¿Ese es tu secreto?
—¿Secreto… de qué?
—De tu éxito.
—No lo sé, a mi me funciona. —Sonrió—. Quizás otros creativos utilicen otros métodos. A mí me gusta éste, me inspira.
—Ven aquí, cariño… quiero mostrarte algo que te va a inspirar más aún.
¿Cariño? Amanda casi se derrite al escuchar ese apelativo tan dulce. Y todas sus terminales nerviosas se dispararon cuando él la tomó de la mano, guiándola por un pequeño túnel escondido entre las rocas.
Él pulsó un interruptor al llegar, y las tenues luces se prendieron.
—La conservamos como una piscina natural, ¿te gusta?
Amanda quedó muda de la impresión. Sus ojos brillaron de la emoción.
Ella miraba embobada la fuente cristalina rodeada de rocas, pero él la miraba embobado a ella. Era tan natural y sin artificios, era placentero y relajante ver los cambios de expresión que se producían en su rostro al observar algo, maravillada. Tenía ganas de sacarle los espantosos anteojos que llevaba y besarla. Más allá de su rígido peinado, tenía un hermoso rostro y unos preciosos ojos verdes… ¿por qué los ocultaba?
Mandy era un misterio que intentaría resolver.
Se miraron y sonrieron.
—Este lugar es… mágico —dijo ella.
—Lo es —se acercó y pasó un brazo por su hombro, observándola, mirando su boca embelesado. Ella tampoco podía dejar de mirarlo, y cada vez se acercaban más.
Despacio, él retiró los anteojos que llevaba puestos, y, cuando ya podían sentir sus alientos, cuando sus labios estaban a escasos dos centímetros…
—¡Amanda, Christian! ¿Dónde están? —preguntó Evelyn.
Amanda retrocedió, asustada, y casi cae a la fuente, si no fuera por Christian, que la sujetó de la cintura. Se removió inmediatamente de sus brazos y frunció el ceño. Tomó sus anteojos y volvió a ponérselos.
—¡Al final del túnel! Sigan mi voz —dijo Christian, sin dejar de mirarla—. Amanda, yo…
—Chris, no creo que sea buena idea lo que estás pensando, sea lo que sea. Tú eres un cliente y un amigo, no debemos mezclar las cosas.
Él asintió con la cabeza; no muy convencido.
Siguieron el recorrido hasta más allá del mediodía. Amanda se mantuvo alejada de Christian en todo momento. Evelyn, sin embargo, no lo dejaba ni a sol ni a sombra. Él, educado, le prestaba la atención adecuada, como anfitrión que era, pero se notaba que su interés no iba más allá de la amistad. No veía en sus ojos al mirarla, ni una pizca del deseo o interés que ella tan bien conocía.
Almorzaron en el bar de las canchas de golf, en una hermosa terraza con vistas al campo y al lago artificial. La comida en ese lugar era rápida, así que Amanda optó por una hamburguesa con queso y tocino, a propósito. Miró a Evelyn, quién frunció el ceño ante su elección.
Los varones pidieron una pizza y Evelyn optó por una ensalada César. Entre todos bebieron cuatro botellas de cerveza, menos Eve, que optó por tomar agua mineral, no sin antes dejar en claro su preferencia por la comida sana, y lanzarles a todos una reprimenda camuflada de dulzura sobre los beneficios del agua pura en la alimentación.
A Amanda no le gustaba especialmente la cerveza, pero en un ataque de rebeldía, se tomó dos vasos enteros. No estaba acostumbrada a beber a mediodía, así que se sentía ligeramente mareada cuando terminaron.
—Ya recorrimos todas las instalaciones. No creo que las zonas de servicio les interesen especialmente, pero si quieren conocerlas, con mucho gusto les organizaré un recorrido —dijo Christian al terminar de almorzar.
Todos coincidieron en que no era necesario.
—Perfecto, ahora solo les queda disfrutar de ellas. Esta noche hay diferentes actividades, para todas las edades. Me gustaría que las visiten para conocer cómo mantenemos entretenidos a nuestros clientes, aparte de los deportes usuales. Mañana domingo es el día más activo, y todas las parrillas del complejo estarán funcionando. Pero ahora, deberían relajarse y disfrutar de la piscina. ¿Qué les parece?
Miró a Amanda interrogante, ella se levantó de la mesa y se tambaleó ligeramente.
—¿Te pasa algo, Amanda? —preguntó Benjamín.
—No estoy acostumbrada a beber al mediodía, creo que necesito un descanso. Yo declino la oferta de la piscina, Chris, muchas gracias, iré a descansar.
Adiós a su deseo de verla en malla, biquini o lo que fuera que usara para nadar.
—Yo sí voy, Chris… amo tomar sol, y necesito que me untes con protector, porque mi piel es muy sensible. ¿Lo harás?
—Por supuesto, Eve. Pero luego debo dejarles, tengo asuntos que atender en el complejo. No podré estar con ustedes hasta la hora de la cena. Pero me gustaría que disfruten de todo lo que quieran, están en su casa.
Todos agradecieron la gentileza, y volvieron hacia el edificio principal en los carritos de golf.
Amanda fue hasta su habitación, se dio una ducha rápida y se acostó a dormir un par de horas.


Mientras tanto, en la piscina, Ben y Chris estaban conversando, sentados en una mesa bajo una sombrilla, cuando llegó Evelyn enfundada en un biquini rojo con detalles brillosos, no eran más que tres pequeños triángulos que apenas la cubrían.
Los hombres en general daban vuelta sus cabezas para mirarla embobados, y ella contorneaba sus caderas, avanzando directamente hacia ellos. Su largo pelo suelto ondeaba con el viento, y tenía puestas unas gafas de sol negras. Llevaba una salida de baño casi transparente colgada de su mano, sin ponérsela, junto con un pequeño bolso.
Les sonrió al pasar al lado de ellos y fue directo a la reposera, agachándose para apoyar las cosas en el piso de madera que cubría los desagües alrededor de la piscina, ofreciéndoles una espléndida vista de su redondeado y firme trasero al aire, ya que llevaba cola-less.
Mirarla desde atrás era prácticamente como verla desnuda.
Benjamín la miraba embobado. Christian sonrió, estaba acostumbrado a ver todo tipo de mujeres en el complejo, incluso algunas eran más osadas y hacían top-less, sobre todo las extranjeras.
Evelyn se recostó en la reposera boca abajo y lo miró, mostrándole la botella de protector solar.
—Creo que me llaman —dijo sonriendo y se acercó hasta ella, sentándose al borde.
Le aplicó el protector por todo el cuerpo, incluyendo las nalgas, mientras Evelyn ronroneaba. Cuando terminó por detrás, ella se dio la vuelta suave y sugestivamente y levantó las manos sobre la cabeza, tapando el sol con una de sus manos, ofreciéndole su cuerpo para que continuara.
—Tienes unas manos maravillosamente suaves, Christian. ¿Puedo adoptarte?
—Siempre estoy a disposición de una mujer hermosa, Eve. ¿Crees que puedes continuar con el frente?
—No me gusta tocar la crema, cariño. ¿Puedes continuar tú?
—Por supuesto —y siguió aplicando el protector en su estómago firme y plano—. Qué pena que Amanda se haya sentido mal, la tarde es ideal para tomar sol, ¿no?
—Mmmm, sí. Pero Mandy no va a las piscinas, Chris. No le gusta mostrar su cuerpo, está demasiado gorda.
—Yo no la veo gorda en absoluto, quizás usa ropa holgada, pero no es gorda. ¿Por qué dices eso? ¿Acaso continúa la vieja rivalidad entre ustedes, Eve? Recuerdo que siempre competías para ser mejor que ella.
—¿Yo? Yo nunca competí con ella, cariño. Mírame, ¿acaso crees que necesito competir? —Se incorporó y pasó un dedo por los duros pectorales del pecho de Christian—. Siempre fui la más popular, y ella el ratón de biblioteca.
—Creo que tienes memoria selectiva, Eve. —Se acercó a ella y le dijo al oído—: Realmente no me gusta que hables así de ella. Yo la aprecio mucho y siempre lo he hecho. No sé si recuerdas, una vez ya hablamos de esto. ¿Quieres que te lo repita?
Evelyn frunció el ceño y se recostó de nuevo, haciendo un puchero.
—No es necesario que seas tan cruel.
Chris se acercó de nuevo a ella, y le dijo:
—Yo no soy cruel, Eve. Sólo sincero. Te conozco, sé de qué madera estás hecha, así como conozco a Mandy y sé que es un diamante en bruto. Tus intenciones son claras para mí. No me busques, nena… porque no conseguirás nada. Hace años te lo dije claramente: no me gustas, y no entiendo cómo Amanda todavía te soporta.
Dicho eso, se levantó. Dio media vuelta y se retiró, despidiéndose de Benjamín.

Continuará...

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